El Arte y la Institución
La relación entre arte y política “puede considerarse como una intersección fundamental para la imaginación y co-creación de presentes y futuros posibles” (Aedo, 2021, pág. 4). Sin embargo, en el proceso de institucionalización del Arte, se corre el riesgo de desactivar el potencial político y disruptor de la práctica artística. Según Daniel Gassol (2021), el arte se convierte en Arte (con la A mayúscula) una vez que entra en la institución del museo o del centro cultural. El espacio expositivo del “cubo blanco” (pág 17-21), un espacio políticamente institucionalizado, avala la obra como Arte y legitima su valor cultural. A su vez, el espectador es informado y acepta la legitimidad de lo que está observando, su mirada está dirigida por las decisiones curatoriales de la institución y su experiencia está centrada en la contemplación de un objeto artístico. Según el autor, esta acción de legitimación del Arte, que se concreta en la interacción del espectador y del espacio expositivo, modula no solo el valor de lo que definimos como Arte, sino también la subjetividad de quien produce, observa, crea y/o consume Arte. Los recorridos expositivos y los dispositivos en las salas, dirigen la forma de percibir el arte y mediatizan la experiencia de los sujetos. El enfoque hacia lo micropolítico puede ser útil para observar cómo lo político atraviesa los cuerpos, actuando en los procesos de subjetivación y modulando la comprensión, así como la existencia del Arte. Bajo esta mirada, la institución artística -entendida como espacio politizado- se configura como una estructura social jerárquica que valida el contenido, así como un poder institucional que centraliza y valida el conocimiento (Gassol, 2021). Es dentro de este marco de la crítica institucional que se sitúa el Arte Político; “término impuesto desde el propio sistema del arte” (Kancler, 2013). A partir de estas controversias, Kancler (2013) propone no hacer referencia al “arte político”, sino considerar el potencial de un arte politizado, transgresor y de resistencia, que critica las propias armas y pretende transformar y contestar los sistemas de producción y de circulación dados. Aquí, la política de posicionamiento es central: el arte politizado, en la búsqueda de efectividad material de sus prácticas y nuevos conceptos relevantes de lo político, trata de intervenir en, o atacar, la realidad actual. Entonces, frente al debate sobre el arte y arte político, la pregunta que se plantea es más bien ¿cómo se puede rearticular el espacio social y político en el contexto actual y adoptar también el arte como su modo de expresión y lucha política? (pág. 146). Ahora bien, ¿cómo observar la potencia del arte frente a procesos de desactivación política? Situarse fuera de la institución ¿sería suficiente para deshabilitar la hegemonía de la institucionalidad del Arte? ¿Cómo podemos observar el Arte y lo político desde un lugar entremedio, un espacio liminal entre el “adentro” y el “afuera” de la institución?
Referencias:
Aedo Zúñiga, M. P. (2021). Arte y ecología política: disrupciones y aperturas en tiempos de crisis. Trabajo Final de Máster: Universitat Politècnica de València.
Gassol, D. (2021). Arte (in)útil. Sobre cómo el capitalismo desactiva la cultura. Rayo verde Editorial: Barcelona.
Kancler, T. (2013). Arte, política y resistencia en la era postmedia. Tesis de doctorado:Universidad de Barcelona
Comments